martes, 23 de noviembre de 2010

Juan María Jiménez López. Afuera

Afuera


Afuera:
El aire y nada.
Solo de todo.
Ni la frecuencia que reclama el espacio
entre las ondas de los besos que no nacen
o el socorro de los perdidos.
Ni un malherido pensamiento 
que perturbe esa cruenta paz de silencio
y conspiraciones imposibles.
Ni un lanzacorazones que inflame
la resistencia de tanta parálisis obcecada
o el delirio exangüe de las sombras.

Afuera:
Nada y aire.
Todo de solo.
Ni un paso perdido o por arrancar
a ninguna parte
ni que de allí provenga.
Ni un muelle al que amarrar sueños
o instigados desvelos
por desguarecer tanta calma.
Ni el murmullo de un roce
a flor de piel
o epidermis adentro.

Afuera:
Un cataclismo inagotable
para cuanto fue
y  un vacío insaciable para cuanto es.
Y yo.

1 comentario:

  1. Lejos de sentirnos fuera del poema, "Afuera" nos hace tocar con los ojos, las manos o el corazón la más rotunda soledad, pero no como una realidad objetiva, sino nuestra, una vivencia cercana y contundente.
    El tono de los versos, a veces denso, a veces fresco; el contraste contínuo, persistente, y la constante paradoja, junto con algún guiño de complicidad y cierto jugueteo con las palabras, se desenvuelven de manera profunda, lúcida, clara e inteligente. Conduciéndonos a una lectura armónica, dejándonos seducir por un ritmo melancólico, para terminar de un modo sorprendente, con un último e inesperado verso, confesando un "yo" enmudecido.
    Honestamente entiendo que no es un poema fruto de la improvisación, sino de una profunda reflexión que se ha materializado de modo claro y directo en uno de los temas centrales del sentir humano: la soledad.

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